La industria del envase está viviendo el que es, probablemente, el mayor periodo de cambios y adaptaciones de los últimos 30 años. La Comisión Europea está impulsando medidas legislativas que tratan de fomentar la Economía Circular, esto es, tratar de mantener los recursos en uso durante el mayor tiempo posible, y conseguir que los residuos se conviertan en materia prima. En línea con la obligación de transposición de estas normas europeas al ordenamiento jurídico español, el sector del envase se está viendo obligado a apostar por la mejora de la reciclabilidad de envases, por la optimización en el consumo de recursos, por la sustitución de material virgen por material reciclado o por la implementación de formatos reutilizables. Con estas medidas, se pretende reducir tanto el impacto ambiental de sus envases como el pago de 0.45 € por kilo de plástico virgen que se aplique para fabricar envases de plástico no reutilizables, en vigor desde el 1 de enero de este 2023.
En este contexto, los envases para productos cosméticos no son una excepción. Las empresas del sector están adoptando, cada vez más comúnmente, formatos de envase de menor impacto ambiental, no solo por las obligaciones legislativas, sino también por responsabilidad social corporativa o por el hecho de que los consumidores demandan, cada vez en mayor medida, productos sostenibles. En el caso del envasado de cosméticos, la función del envase no es solo contener y proteger el producto y facilitar su transporte, sino que son un signo de distinción y diferenciación. Por eso, el reto de asumir envases de bajo impacto ambiental es doble, ya que deben ser respetuosos con el medioambiente sin perder en protección del producto ni atractivo para el comprador, algo que, como se está viendo cada vez más, se está consiguiendo gracias al esfuerzo de empresas cosméticas, centros de investigación como AINIA, envasadores y diseñadores.
El sector del envase cosmético trabaja desde hace algunos años en varias estrategias para reducir el impacto medioambiental negativo de sus productos. Las principales tendencias en cuanto a envases sostenibles podrían ser:
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Empleo de nuevos materiales de origen renovable: Productos cerámicos, derivados de madera, materiales obtenidos a partir de residuos o subproductos agrícolas… Estas materias primas pueden tener su atractivo por la historia que confieren al propio envase y, además, su carácter renovable ofrece ventajas desde el punto de vista ambiental. Quadpack o Pujolasos han presentado formatos de tarrina o tapas compuestos por madera sostenible. Sulapac cuenta con envases compuestos por restos de madera y otros biomateriales compostables, LVMH y Avantium trabajan en la posibilidad de utilizar el bioplástico PEF para el envasado de cosméticos, Faca ya ha integrado polietileno biobasado en sus tarrinas y Naya ha utilizado derivados del micelio de hongos para transportar de forma segura sus envases de vidrio. También se está utilizando cada vez más el cartón en el envasado de cosméticos, aunque con algún material barrera en contacto directo con el producto. Este sería el caso de algunos tubos de Albéa, mayoritariamente formados por cartón, o el ejemplo de Estée Lauder, que se ha unido al consorcio Pulpex para comprobar el posible uso de botellas de cartón para el envasado de productos de belleza. Mención aparte merecen los envases de PHA, un bioplástico compostable y degradable en medio marino, que se puede obtener a partir de residuos agrícolas y con el que AINIA tiene experiencia, tanto en su producción como en su empleo, incluso, en la generación de cosméticos, como ha demostrado en el contexto del proyecto europeo URBIOFIN.
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Envases reciclados/reciclables y optimizados: El empleo de material reciclado es una tendencia creciente, en parte por la reducción en el pago de tasas que puede suponer, en el caso del plástico, pero también porque ayuda a reducir la dependencia de materia prima de origen fósil. En el caso de integrar plástico reciclado, el PET es el único de ellos con métodos de reciclaje mecánico aprobados por la EFSA para generar material de alta calidad, apto incluso para su uso en contacto con alimentos. Algunas empresas, como Texen o ActiPack, ya han empleado rPET en sus envases. Sin embargo, la aplicación de poliolefinas recicladas, si bien igualmente necesaria, es más compleja, por la falta de métodos de reciclaje mecánico con autorización para su uso con productos sensibles como los cosméticos. Para salvar esta barrera, algunas compañías están integrando en sus envases material reciclado mediante métodos químicos. Este es el caso de Amorepacific, que integra el Cristal Renew de Eastman o Albéa y sus tubos de PE reciclado químicamente. La integración de vidrio o metal reciclados resulta menos problemática y existen casos en el mercado desde hace años. Por otro lado, se están adoptando estrategias para facilitar el reciclaje de los envases cosméticos, optándose por envases monomaterial, eliminando elementos innecesarios o incompatibles con el reciclaje como algunos adhesivos o adornos metálicos, incorporando elementos fácilmente separables para una recogida más selectiva y un reciclado de mayor calidad o reemplazando el negro de carbón, que no permite una correcta detección en plantas de selección de residuos. Algunas empresas también han tratado de reducir la cantidad de material utilizado en el envase, como los tubos de Emballator un 10 % más ligeros o los tubos One-Piece de UDN, que utilizan un 55 % menos de plástico que un tubo convencional.
- El boom del envase reutilizable: El recientemente aprobado Real Decreto de Envases y Residuos de Envases establece que las empresas deben promover el uso de envases reutilizables y facilitar su devolución y tratamiento adecuado. Numerosas firmas, como Chanel o Shiseido, ya ofrecen sus productos en tarrinas resistentes reutilizables y recargas insertables. Estas recargas utilizan menos material de envase y son más fácilmente reciclables. La reutilización implica envases que pueden utilizarse para el mismo uso que el original, y algunas marcas están avanzando en la comercialización de productos en envases comercializables en circuitos cerrados donde sea más fácil controlar su trazabilidad, higienización o gestión de residuos. También se están ofreciendo algunos envases rellenables en estaciones de recarga, como el caso de Biotherm.
Estas son algunas de las aproximaciones hacia envases cosméticos más sostenibles, pero no las únicas en las que se trabaja. El horizonte es retador, y las opciones numerosas. No hay un camino fácil para este cambio hacia la reducción del impacto ambiental, ni una solución única, pero lo que está claro es que las mejoras pasan por la investigación y la innovación, que explorar es fundamental, y que AINIA puede ayudar a las empresas en ese camino.