Cristina Martín Frutos

¡Aquí no se tira nada!

23 de Octubre de 2023
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Piensen en todo lo que tiran a la basura en un día. Solo en desperdicios alimentarios, los cubos de los hogares españoles se llenaron de 23,11 millones de kilos o litros cada semana de 2022, según el último estudio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación[i]. Hay más datos al respecto que no son nada halagüeños. Como los del informe What a Waste 2.0, del Banco Mundial,[ii] que alertan de que, si no se adoptan medidas urgentes, de aquí a 2050 los desechos a nivel mundial crecerán un 70%, alcanzando los 3.400 millones de toneladas al año. Todos tenemos mucho que hacer en este sentido y la industria de la belleza no se puede quedar al margen. De hecho, cada vez más laboratorios y marcas de cosmética y perfumería encuentran en el upcycling una solución realmente interesante tanto para reducir residuos como para adentrarse en los principios de la economía circular.

Detrás del anglicismo, que se podría traducir como suprarreciclaje y que es el resultado de fusionar los términos reciclar (cycling) y mejorar (up), nos encontramos con un recurso que muchas veces hemos puesto en práctica en casa. O hemos visto hasta la saciedad en la decoración de bares y restaurantes. Desde latas -de tomate, de legumbres…- que se transforman en macetas hasta botellas que son preciosos jarrones o palés que, con un poco de maña, se convierten en mesas o sofás de exterior. 

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La filosofía del upcycling consiste en aprovechar restos y deshechos y darles un nuevo valor. Foto: Hasan Almasi (Unsplash)

En palabras de Julia A.Boras, fundadora y directora de I+D de Bloometic, consultoría científica especializada en cosmética, “esta tendencia permite aprovechar los restos de materias primas usadas en otros procesos de producción y darles un nuevo valor”.

Exprimir los recursos

La moda adoptó la idea rescatando botellas de plástico para hacer camisetas; lonas publicitarias o de camiones y velas de surf para confeccionar bolsos y mochilas etc Ahora es el turno de la cosmética y la perfumería, un mercado que más que verlo como una tendencia lo está asumiendo como una nueva forma de producción sostenible. “No vemos el upcycling como una moda, sino como parte de una decisión vital que busca hacer un mejor uso de los recursos naturales y reducir el impacto ambiental”, confirma Valerie de la Peschadiere, Business Development Naturals de Givaudan. En esta multinacional suiza, especializada en el desarrollo de ingredientes para perfumes y cosméticos, cuentan con varios ejemplos. Como una nota olfativa de melocotón y otra de manzana extraídas de los frutos empleados en zumos que se desechan. O un absoluto de rosa -que se llama Rose NeoAbsolute- obtenido al volver a procesar los pétalos que se emplean en otras creaciones.

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I Am Trash-Les Fleurs du Déchet, de Etat Libre D'Orange, máximo exponente del suprarreciclaje en perfumería

 Podemos encontrar ambos acordes, junto con virutas de madera destiladas, en la fragancia I Am Trash-Les Fleurs du Déchet, de Etat Libre D'Orange. Una creación que desde su nombre ('soy una basura') es una declaración de intenciones a favor del suprarreciclaje. El mundo de la perfumería cuenta con muchos más ejemplos. Coty -Chloé, Gucci, Calvin Klein…- obtiene el etanol, básico para la difusión del aroma, a partir de las emisiones de carbono de la factoría. O A Drop d’Issey, uno de los perfumes más sostenibles de Issey Miyake (Shiseido), incluye una nota de cedro procedente de residuos de la industria del mueble de Estados Unidos.

El poder cosmético de los restos

Por su parte, las fórmulas de skin care llevan ya un tiempo encontrando en la “basura” una nueva fuente de ingredientes. Lo más frecuente es que los laboratorios recurran a la industria alimenticia. MartiDerm emplea semillas de pomelo para obtener un extracto hidratante y regenerador que incluye en algunos productos de (Re)Herm, su marca más joven. Más ejemplos: de los restos de fruta de zumos embotellados se pueden conseguir activos antienvejecimiento y de los posos de café o huesos de aceituna, exfoliantes. Como se ve, cualquier materia prima, antes de ser desechada del todo, puede convertirse en un potencial activo cosmético. Incluso las cenizas vegetales, como la de cáscara de coco, que se aprovecha en los jabones, sérums y mascarillas de la marca española Ashes to Life.

En Givadaun van un paso más allá. Vetivyne, un potente activo antiaging, no es solo una muestra de compromiso medioambiental sino también social. Se extrae de las raíces de vetiver haitiano que la compañía usa para producir esencias aromáticas. Vale la pena recordar que, durante décadas, Haití ha sufrido las consecuencias de la sobreexplotación de esta materia prima[i]. Por eso que se revalorice de ese modo resulta especialmente reseñable. Por último, no podemos dejar de lado que el upcycling y todos los valores que representa -sostenibilidad, aprovechamiento de recursos, economía circular…- representa una ventaja competitiva para un sector donde el cliente está dispuesto a pagar más por productos responsables y sostenibles[ii].

 

Referencias:

[i] https://www.premiumbeautynews.com/en/haitian-crisis-the-vetiver-sector,15916

[ii] https://www.simon-kucher.com/en/who-we-are/newsroom/recent-study-reveals-more-third-global-consumers-are-willing-pay-more

[i] https://www.mapa.gob.es/es/alimentacion/temas/desperdicio/20230629-informe-desperdicio-alimentario-2022_ok_tcm30-655401.pdf

[ii] https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2018/09/20/global-waste-to-grow-by-70-percent-by-2050-unless-urgent-action-is-taken-world-bank-report

 

Sobre el autor
Cristina Martín Frutos

Cristina Martín Frutos

Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, lleva desde 2011 trabajando con publicaciones de Lifestyle. Tras ser redactora en 'Fuera de Serie' y en 'Yo Dona', medio en el que se especializó en Belleza, saltó al mundo freelance en 2019. Desde entonces, colabora con diversos medios (Woman.es; Welife; Harper's Bazaar; Belleza Solidaria; Vanitatis, Telva...), así como con departamentos de branded content y consultoras. Es co-autora del libro Fake News, Guía para sobrevivir a los bulos (Conciencia editorial) y ha participado en la obra colectiva Japón, el archipiélago de la cultura con el capítulo La belleza en Japón. En 2022 recibió el I Premio Periodismo de la Industria Cosmética, de Stanpa, en la categoría Sostenibilidad.
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