NIB Artículosentradas a retocar (22)

Descarbonizarse para ser más competitivos

Co-fundador y director ejecutivo en inèdit
23 de Abril de 2025
Guardar

La descarbonización está en marcha. En los últimos años, muchas empresas han calculado su huella de carbono, que se ha convertido en el primer paso para cuantificar y reducir su contribución al cambio climático, tanto de su actividad como de sus productos. En algunos casos, ha sido así por lo que exigía la Ley 11/2018, que obliga a las grandes empresas a informar sobre sus emisiones de gases de efecto invernadero. Más allá de la necesidad de cumplir con la huella de carbono y reducirla, también es una necesidad estratégica. El cálculo de la huella de carbono es una herramienta fundamental a la hora de tomar decisiones en materia de sostenibilidad; convertirse en más sostenibles y eficientes, permite, además, de reducir gastos, acceder a nuevos mercados o segmentos de clientes y ser, por lo tanto, más competitivos; también contribuye a mejorar la reputación corporativa

La huella de carbono son los gases del efecto invernadero que una organización emite a la atmósfera al cabo de un año, sea de manera directa o indirecta. Así, se consideran las emisiones generadas por los edificios, maquinaria y activos propios, la logística y el consumo de energía, así como la cadena de proveedores, la generación y la gestión de residuos y el uso de productos una vez ya comercializados. Su cálculo nos informa de cuál es nuestro punto de partida en materia de emisiones e identifica en qué eslabones de nuestra cadena de valor se concentran. 

Dicho de otro modo, es el diagnóstico que nos sirve de base para definir unos objetivos de reducción de emisiones y un plan para conseguir dichos objetivos. Este plan es el que se conoce como plan de descarbonización e incluye una batería de acciones para llevarlas a cabo acompañadas de un calendario, el listado de agentes implicados y unos indicadores de seguimiento para evaluar la ejecución. Entre las acciones previstas puede haber por ejemplo la transición hacia fuentes energéticas más bajas en emisiones de carbono, promover una movilidad más sostenible, tanto en la flota propia como en los desplazamientos in itinere, integrar prácticas de ecodiseño en nuestros productos, o implicar a nuestros proveedores en la descarbonización. 

La descarbonización es un proceso que exige transformaciones profundas dentro de las organizaciones. Pese a ser una necesidad estratégica, normalmente, se delega en pequeños equipos con recursos limitados y poca capacidad de influencia interna. Por eso, es necesario situar la sostenibilidad en el centro de la estrategia empresarial. Por otro lado, la descarbonización no es únicamente un reto transversal que afecta a diferentes departamentos, también es un desafío compartido con toda la cadena de valor. De hecho, en muchas empresas no intensivas en energía, entre el 60% y el 90% de las emisiones provienen de esta cadena, porque los equipos de compras y vendas tienen un papel clave en la articulación de un diálogo colaborativo con clientes y proveedores. 

Hasta ahora, las empresas estaban obligadas a calcular y comunicar su huella de carbono, no se les exigía, explícitamente, ningún plan de descarbonización, pero muy pronto las cosas cambiarán. El 18 de marzo, el Consejo de Ministros aprobó el Real Decreto 214/2025, que crea el registro de la huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de dióxido de carbono. La nueva norma, que entrará en vigor el 12 de junio, establece que las empresas afectadas para la Ley 11/2018 no solamente deberán calcular cada año su huella de carbono, sino que también deberán establecer y publicar un plan de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a cinco años vista. 

Entonces, el nuevo Real Decreto será un elemento tractor de una descarbonización que ya está en marcha. Y no solo eso, sino que activará una demanda B2B de información ambientar por una sencilla razón: si a las empresas grandes y medianas se les requieren unos cálculos más fieles a su cadena de valor, estas, a la vez, solicitarán a sus proveedores que les proporcionen datos precisos acerca de la realidad de su cadena de valor, estas, a su vez, solicitarán a sus proveedores que les proporcionen también datos precisos sobre su huella de carbono tanto a nivel organización como a nivel de producto, porque las necesitarán como factores de emisión para el cálculo de sus emisiones indirectas. Esto será todo un reto para las cadenas de valor. De esta manera, tener datos de calidad de su huella de carbono será un elemento diferenciador para las PYMES y aportará, sin ninguna duda, valor a sus clientes. 

Para facilitar esta tarea, las empresas tienen a su disposición herramientas que les permiten automatizar el cálculo de la huella de carbono de la organización y hacer cálculos masivos para decenas, centenas e incluso, millares de referencias de producto. Como es el caso de èdit, la herramienta de cualificación ambiental de inèdit; se trata de una herramienta totalmente adaptable a las especificaciones del sector o la empresa con el objetivo que los cálculos sean los más precisos posibles. 

Archivado en

Sobre el autor
NIB Artículosentradas a retocar (22)

Jordi Oliver i Solà

Co-fundador y director ejecutivo en inèdit

Ver todos los artículos