Si hay una palabra que últimamente escuchamos en todas partes es digitalización. Ya sea haciendo referencia a la inteligencia artificial, a nuevas apps, a mejora de procesos industriales o a optimización de proyectos, el universo digital del que puede aprovecharse la industria cosmética es enorme.
Ya hace 5 años que Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética, presentó su Plan de Digitalización de la Industria Cosmética con el objetivo de guiar a las empresas del sector en el camino hacia la transformación digital. En estos 5 años en los que la digitalización ha dado un salto importante hemos visto varias novedades interesantes: se han automatizado procesos logísticos, se han creado herramientas digitales para probar virtualmente cosmética de color o para analizar el daño producido por el sol en nuestra piel, se han desarrollado sistemas para analizar la trazabilidad de ingredientes o incluso para asociar fragancias con sentimientos y diseñar perfumes que cumplan las expectativas de los consumidores. Incluso en 2021 nacían los Digital Beauty Awards, los premios nacionales de digitalización y comercio electrónico en cosmética, perfumería y cuidado personal, que reconocen el trabajo de profesionales, empresas e instituciones que destacan en el sector, dando un impulso notable y una gran visibilidad a la digitalización como herramienta para ser más competitivos y, cómo no, más innovadores.
Expertos como José Carlos Cortizo, CMO de Product Hackers, comentaban hace poco que “todavía estamos a tiempo para no quedarnos fuera de juego, pero ya estamos en tiempo de descuento”, unas declaraciones en línea con las que en 2018 realizó Val Díez, Directora General de Stanpa, que comentaba “todo lo digitalizable se digitalizará, todo lo conectable se conectará y todo lo analizable se analizará. Si no lo haces tú lo hará otro”. Esta última frase me parece muy acertada porque, si no lo haces tú, tu competencia no se va a quedar cruzada de brazos. Considero que, siguiendo el camino de las declaraciones de estos dos expertos, las empresas deberían disponer de un plan estratégico de digitalización, que les permita ser más eficientes, más visibles y por supuesto más competitivos.
La digitalización a lo largo de la cadena de valor
La digitalización en la industria cosmética está más desarrollada en los fabricantes de producto final y algo menos en los fabricantes de materias primas, pero en los últimos años empresas punteras como BASF han creado herramientas muy útiles para los formuladores, como por ejemplo el Surfactant Navigator, ideal para formular productos de higiene. Este servicio, basado en experimentos sistemáticos y modelos predictivos computacionales, permite a los técnicos de la industria cosmética avanzar más rápido en los primeros pasos de un proyecto, gracias a la recomendación de combinaciones de tensioactivos que se ajusten a sus necesidades, siempre con el foco puesto en la sostenibilidad pero sin perder eficacia ni sensorialidad.
El sector de la perfumería tampoco se queda atrás en esta revolución digital. Puig, una de las empresas españolas más conocidas, ha desarrollado Air Parfum, tecnología que arrasó en los Digital Beauty Awards de 2022. Esta innovación permite al consumidor probar diferentes perfumes sin saturar el sentido del olfato, ya que la fragancia se emite con menos alcohol y más aire en su composición.
Y es que, como hemos visto en estos ejemplos, la digitalización ha pasado de ser una tendencia a uno de los principales drivers de nuestro sector y tantos otros. De nosotros depende subirnos al tren o quedarnos atrás.