Hace unos días nos encontramos con la postura de Nivea sobre el claim “cruelty free”. En mi opinión un acto de valentía y responsabilidad, pero sobre todo de liderazgo.
La industria cosmética europea lleva ya un par de décadas claramente posicionada en contra de los estudios en animales y ya nos toca empezar a sacar pecho por ello. Y es que aun teniendo un Reglamento Europeo (R1223/2009) que explícitamente prohíbe la experimentación con animales para fines cosméticos y un reglamento sobre reivindicaciones cosméticas (R 655/2013) que indica claramente que no se puede reivindicar aquello que es un requisito legal, seguimos viendo publicidad aludiendo al famoso “cruelty free”. Así que, tendríamos que empezar a rentabilizar lo que llevamos invirtiendo desde hace años y no dejarnos llevar por necesidades cortoplacistas de marketing.
¡Y cuantos años! Como les indico a mis alumnos del máster, ya en 1993 se estaba hablando de prohibir los tests en animales. Y por inicios de siglo, en el 2004, empezaron a entrar en vigor las prohibiciones de testar en animales materias primas y producto final, hasta llegar a 2013, cuando entró en vigor el llamado Total Ban in Animal Testing.
Recuerdo algunas reuniones allá por 2007 donde no nos podíamos creer que en 2013 iba a estar todo completamente prohibido, porque pensábamos que el estado del arte y la técnica no estaban lo suficientemente maduros. Pero llegó el día y sí lo pudimos hacer. Se calcula que entre 2007 y 2011 se invirtieron más de 280 millones de euros en investigación de métodos alternativos. Todo el sector hizo un esfuerzo titánico para erradicar la experimentación animal para fines cosméticos. ¿Y cómo testamos los cosméticos entonces? Pues con técnicas in vitro y sobre voluntarios humanos sanos. Existen muchos protocolos ya validados y la ECVAM (European Center for the Validation of Alternative Methods) va publicando los que se van validando.
Pero la Unión Europea no se ha quedado ahí y sigue haciendo presión para eliminar cualquier relación entre la cosmética y el sufrimiento animal. Ahora que ya no se testa en animales, estamos completamente volcados en eliminar incluso el uso de datos generados en el pasado por modelos animales, y substituirlos por lo que los toxicólogos denominamos NAM (Non Animal Methods por sus siglas en inglés) para desarrollar NGSA (New Generation Safety Assessments) que eviten el uso de datos generados por modelos animales.
Y es todo un reto, puesto que para llegar a ello es necesaria una buena dosis de pensamiento disruptivo y el empleo de técnicas de análisis computacional. El estado del arte avanza a una velocidad vertiginosa. Ya empezamos a tener publicaciones de workflows para realizar este tipo de análisis y de validaciones de técnicas comparando los resultados entre los modelos animales y los de nueva generación. Es uno de esos momentos para la toxicología cosmética en que si parpadeas te lo pierdes.
Por si todo esto fuera poco, este campo es un extraño caso en el que la regulación va por delante de la técnica. Ya en 2018, el SCCS en sus Notes of Guidance introducía el concepto de Point of Departure (PoD) como identificador toxicológico principal para la evaluación de Seguridad de productos cosméticos. Es decir, pasamos de un dato obtenido de investigación animal como el NOAEL (No Observed Adverse Efect Level) por un concepto más amplio como es el PoD, que lo incluye, pero puede ir mucho más allá; así si ya tenemos un dato obtenido por un NAM, lo podemos usar en lugar del NOAEL y la regulación nos ampara.
Lo estoy resumiendo en pocas líneas, pero es todo un nuevo campo de conocimiento y una nueva forma de abordar la seguridad de las substancias, que está siendo timoneada por la industria cosmética, pero que parece que no acaba de brillar con suficiente intensidad a través del marketing.
Y en mis clases siempre hay algún estudiante avanzado que me pregunta ¿“y los productos que se venden en China”?. Siempre dudando si nos hacemos trampa a nosotros mismos. Efectivamente la norma aplica a productos comercializados en la UE, pero aplica al producto en sí, no al país en el que se testa. Es decir, si la prueba en animales se realiza en cualquier parte del mundo, ya invalida al producto para ser comercializado en Europa.
Obviamente esto es un problema para las empresas que operan en países fuera de la UE, como efectivamente China donde hasta hace muy poco eran obligatorias estas pruebas (y lo siguen siendo para algunos productos). Ahí, otra vez la Unión Europea ha mostrado su voluntad de eliminar los tests en animales presionando a las agencias de salud para que se acepten los métodos alternativos. Así, desde 2016 China está flexibilizando sus requerimientos de tests en animales y desde el 1 de Mayo de 2021, los cosméticos generales importados en China podrán estar exentos de pruebas en animales. Todo un logro.
Pero, aun así, la industria cosmética sigue siendo considerada como cruel con los animales y para poder competir, se considera necesario incluir el “cruelty free” en nuestros etiquetados. Aunque vaya contra la ley y aunque cada vez sean más los profesionales que en toda su carrera no hayan ni siquiera visto un estudio realizado en animales de experimentación para fines cosméticos. Es una pena.
Será que somos un blanco fácil, porque se nos considera frívolos y superficiales. No pasa nada, podemos vivir con ello, pero justo por eso ejemplos como el de Nivea son tan importantes. No podemos ser nuestro propio enemigo.
Para resumir, por si alguien se ha perdido entre tanta sigla y tanto dato: desde 2013 no hay ningún cosmético legalmente comercializado en la UE que se haya testado en animales, ni el producto terminado ni los semi-elaborados o materias primas de partida. Así que, efectivamente todos somos “Cruelty free”.
Hemos arrojado el guante, nuestro compromiso es firme, hemos cumplido objetivos y nuestro esfuerzo continúa ¿alguna otra industria puede decir lo mismo?.
Referencias
Bertrand, Desprez & Dent, Matthew & Detlef, Keller & Martina, Klaric & Ouedraogo, Gladys & Cubberley, Richard & Hélène, Duplan & Joan, Eilstein & Corie, Ellison & Grégoire, Sébastien & Nicola, J. & Jacques-Jamin, Carine & Daniela, Lange & Amy, Roe & Rothe, Helga & Bas, J. & Schepky, Andreas & Catherine, Mahony. (2018). A strategy for systemic toxicity assessment based on non-animal approaches: The Cosmetics Europe Long Range Science Strategy programme. Toxicology in Vitro. 50. 10.1016/j.tiv.2018.02.017.
Mahony, C., Ashton, R. S., Birk, B., Boobis, A. R., Cull, T., Daston, G. P., ... & Cronin, M. T. (2020). New ideas for non-animal approaches to predict repeated-dose systemic toxicity: Report from an EPAA Blue Sky Workshop. Regulatory Toxicology and Pharmacology, 114, 104668.